viernes, 12 de junio de 2009

De volverte a ver...


Eran cuarto a las 8 am cuando sono el timbre de la casa, salí apresurada , casi corriendo, con el corazón acelerado, la emoción sobre el rostro, al abrir la puerta me tope con tu enorme sonrisa, tus grandes ojos y un abrazo que casi me impidio hacer lo mismo contigo, tomamos café, tu normal y yo descafeínado, comimos memelas, nos reimos, recordamos, volvimos a reir, teníamos unos días para disfrutar el reencuentro, nos pusimos re-lindas para la fiesta, y tratamos de aproverchar el tiempo que teníamos antes de que te fueras a tu nuevo lugar, me diste buenas noticias, más tambén me informaste de la muerte de una personita que fue muy importante en mi vida, discutimos sin pelear, porque eres re-necia, más el tiempo nunca es suficiente y te marchaste....
Dejamos escapar un tiempo que no era nuestro, y le pedimos una tregua al destino sin dejar de soñar, recelosamente, en algo que jamás ocurriría.
Bebimos vino en copas de cristal invisible y brindamos por un futuro inexistente. Riéndonos de un mundo fugaz creímos que nos pertenecía, y terminamos por reírnos descaradamente de nosotras mismas.
Divisamos una cama imaginaria donde compartimos secretos de alcoba, descubriendo fracciones de piel que permanecían por revelar, y el sabor de tus labios se empeñó en embriagarse con los míos para siempre. Tus ojos brillaron a un infinito demasiado cercano, y pudimos ponerle rostro a todos aquellos aromas que intuíamos, en un recuerdo ficticio que por fin, tuvimos en un presente.
Un cigarro a medias y acabaste por mostrarme nuevamente tu deseo irrefrenable, en sueños...
Nos desnudamos trazando estrellas inventadas en un cielo perecedero, y sin darnos cuenta, el humo transformó todos los anhelos en distancia, arrojándonos a unas sábanas satisfechas de caricias, castigándonos con una madrugada repleta sin presencias...

Esperaré a que la noche me devuelva un reflejo de tu alma.
A que regreses despacio y me busques en una oscuridad sutilmente inexistente,
atravesamos la penumbra de un pendiente,

que se presenta encarecidamente deslumbrante. Aguardaremos a que la luna luzca más bella que nunca y alumbre nuestro camino de regreso...

para esquivar la turbación del primer atajo.

Acudiremos absortas al encuentro de unos labios que nunca nos fueron fieles,

y nuestras bocas arderán en un torbellino con sabor a vainilla y a café.

Resbalaré por el sudor lascivo que me otorga tu espalda,

mientras vuelvo a dormirme entre tus brazos a la distancia...


Te amo Morgana...

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