Albuñol comienza a tener demasiados recuerdos en sus calles. La luz, la brisa, los olores... todo me arranca escenas ya enterradas por mi cabeza. He conseguido eliminar recuerdos de otras estaciones... de otros lugares, de otros amores, pero otoño... otoño siempre vuelve con una avalancha de historias escritas en el olor a lluvia, en los portales, en el frío, en el aroma de un buen café... en las farolas encendidas a media tarde... Cuando camino sola, reorganizo los estímulos y dibujo la historia... y quiero recordar nuevas historias, cuando soy consciente de los huecos de la memoria, me agito nerviosa afinando mis sentidos, y entonces caigo en mitad del asfalto, rodeada de gente anónima y ruidos incómodos... este pueblo se vuelve más real que nunca, y me golpea la lejanía de los otoños e inviernos pasados... Me apoyo en cualquier escaparate y me derrumbo. Necesito llorar, necesito recordar con todas mis fuerzas, necesito la poesía de otoños e inviernos pasados.
Viéndome tan extraña, rodeada de tanta gente, arrancando sonrisas y besos, rozando lujos y sueños de otros...
...nadie pensaría nunca, que pudiera existir esta soledad triste y maldita.
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