martes, 25 de enero de 2011

del pasar de las estaciones...


Cada invierno es una alarma que me advierte sobre la inminente llegada de mi cumpleaños.
En esta oportunidad, me dan ganas de desconectarla con la misma rabia que apago el despertador por la mañana mientras acomodo el cansancio en un rincón de mi cuarto y le sonrio al nuevo día...
A mis casi 37, siento como si un huracán me hubiera arrastrado el día en que cumplí 30 y me hubiera depositado en el hoy. Todo pasó demasiado rápido en el medio...
Las señas que el tiempo ha dejado en mi... se convirtieron en un montón de canas que disimulo con tinte violeta oscuro a petición de todo el mundo y unas arruguillas en los ojos que maquillo con esmero mientras me acostumbro a esta nueva imagen de mí que me devuelve el espejo.
Esta soy hoy y no me parezco en nada a lo que creí que iba a ser. Y no porque este a disgusto con mi vida, pero bueno tampoco estoy del todo a gusto...
Y eso me enoja, me entristece o me angustia de a ratos, porque no encuentro la curva que me sacó de mi rumbo y me obligó a timonear esta canoa que naufraga en la corriente. En medio del oleaje se fué el tiempo. Esquivando tempestades perdí pedacitos de vida que no vuelven.
Me acostumbré a la espera de algo que no llega. Y ahora la edad y un pesimo estado de salud hacen que esa ilusión se convierta en un triste anhelo para guardar en un cajón. La intranquilidad se convirtió en un credo, la rutina privada de emociones que agigantan el alma. Me habitué al dolor que late los domingos y que se propaga por la semana. Adiestré mis manos para no pedir más de la cuenta y me propuse sobrevivir cada jornada.
Hoy tengo una pelea extraña con la vida que a los veinte no imaginaba.
Tal vez me alcance con saber que hay quienes me aman hasta el llanto. Quizás duela reconocer que el hombre que la naturaleza obligaba a amarme no lo hiciera.
Tal vez alcance con saber que hay 3 hombres que tienen una familia conmigo. tal vez alcance con la sonrisa de esa hermosa mujercita de 21 años que me pide que mienta para creer que solo soy yo con ella..Quiza duela un poco verme sin hijos. Y al mismo tiempo no duela al ver los inmensos ojos de mi niña, diciendo que es la orgullosa hija de su tía...
Tal vez alcance con 5 agotadores y tortuosos días de trabajo a la semana. Quizás me fastidie la falta de descanso, lo escaso del sueldo, la abstinencia obligada a todo aquello que no sea imprescindible.
Tal vez sea suficiente el hecho de estar viva. Quiza no me alcance con sólo respirar. Quiza me sobre con la gente que me ama. Quiza me sobre con la gente que tanto amo...
Hay veces, diminutos instantes, en que recuerdo que alguien dijo que la plenitud llega a los 40 y me vuelvo a sentir, por un segundo, casi una adolescente ja!!. Es entonces cuando vuelvo a erguir la espalda, levanto la mirada al frente y me acomodo el cabello. Dejo de arrastrar el paso y balanceo las caderas al ritmo de alguna canción que canto para mí y miro al mundo con la boca abierta, dispuesta a saborear la vida antes de que un nuevo huracán me deposite en la vejez sin previo aviso... o como dice la bella Chascona, se que no somos viejas pero hay cosas para las que ya se nos esta pasando la edad...

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