Hace años entro en mi vida un hombre con el que literalmente no me entendia, Poli habla italiano y yo obviamente español. Fue hace exactamente 14 años. Un amor
idílico cargado de la fantasia de mi perfección y su perfección por aquello de las diferentes nacionalidades, siempre alimentado por el impulso que
prevalecía por sobre la razón y empañado hacia el final 4 años después, por un desencuentro inevitable
propio de las diferencias que tanto nos gustaban, las distancias, los celos y nuestra bisexualidad.
Anoche, ordenando esas cajas que uno
guarda sabiendo que no deben tirarse pero que tampoco deben abrirse, nuestro pasado
salió del interior como un muñeco con resortes y se desparramo por el piso de mi cuarto. Cartas, fotos, cinco letras apuradas en una servilleta, dos boletos y
un envoltorio de chocolate intactos a la erosión del olvido.
Yo sabía lo que podía hacerse con el
amor merodeando por algún lugar incierto, sin noción de sus pasos ni
de su rutina.
Desde ese adiós cargué
en el alma una valija llena de sus promesas de eternidad que fui paseando por
los altibajos de la vida y escondiendo de vez en cuando bajo la cama para
tratar de continuar sin equipaje.
Pero cada canción tuvo las notas de
su voz y en muchas de las miradas encontré siempre el verde interminable de sus
ojos. Toda relación fallida era una señal del destino. Todo Julio era un
aniversario en la distancia. Todos los mares traían el olor de aquél verano.
Cada momento de pausa fue una excusa
para recordarlo y cada te amo una razón para intentar olvidarlo. Pero todos los
adioses lo devolvieron a la puerta de mi casa y zaz!! no me encontró, estaba comiendo con unos amigos y alguien me aviso que él habia llegado a la casa sin previo aviso para darme una sorpresa, así que me comunique al telefono 30 segundos después toda emocionada, así que el mes que estarás en mexico nos dedicaremos a celebrar 10 años de nuestra ruptura y un hermoso convivir sin ataduras...
Tuve la opción de sonreír con un dejo
de nostalgia y devolver la caja a su lugar ( y mi vida a su rumbo). pero no lo hice y me dedique a evocar todo lo vivido contigo, además traigo la oreja endulzada con aquello que después de mi nadie ha sido tan importante en tu vida y eso le eleva el ego a cualquiera y soy de las que se derriten ante un te quiero dulce eso aunado a que eres bastante mono...
Además tus cartas sobrevivieron a miles de mudanzas, como olvidarme de ti, sería como tirar a la basura parte de mi vida.
¿Pero cómo saber si mi amor también
sobrevivió? ¿Cómo transformar quince renglones en un diagnóstico acertado?
¿Quién traduce los puntos y las comas al idioma que erradica la ilusión y que
me devuelve a mi andar cotidiano en el que convivo sin el fantasma de su
nombre?
Y me preguntó por qué, si ya sabía de
memoria como era esto. Si era sabido que su amor se había encarnado el mismo
día que dejé de verlo, como los grandes amores, que son proporcionalmente
inolvidables como lo son de imposibles y que por eso duelen y se inscriben en
la historia de lo que nunca será, como si ese fuera el requisito indispensable
que deben cumplir para seguir viviendo.
¿ Pero qué se hace con ese amor cuando se
lo vuelve a encontrar?
La verdad no lo sé, y no voy a derretirme los sesos pensando... solo te voy a disfrutar y que el tiempo diga lo que quiera decir...
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