Mientras maquillo la incertidumbre que suele atacarme por las mañanas, me demoro analizando esta extraña sensación, mezcla de euforia y nostalgia, que se pego a mis pestañas ya desde hace algún tiempo.
Tengo pocos recuerdos de percepciones similares.
3 diría yo.
Uno abrazado al primer romance adolescente. Mezcla de idilio, inocencia, ojos abiertos y predispuestos al encanto de lo inconcluso.
El segundo, un enamoramiento duradero, ubicado en cada parte de mi memoria y de mi piel. Lo que debió ser, lo que pudo ser y lo que finalmente ES.
Y este... Un amor inusualmente racional y confiable que se volvió escandalosamente, imprescindible.
El resto, no habrá sido más que una caravana de intentos estancados en alguna curva del camino.
Fotografías de baja resolución decorando alguna etapa de mi vida. Nombres difusos, rasgos diluidos por el paso del tiempo, emociones hermosas que ya forman un pasado...
Pero este amor que me envuelve en mi madurez, me preocupa y mucho a la vez que me tranquiliza y me envuelve...
Me preocupa por impertinente y perdurable.
Por su facilidad para adherirse a mis horas.
Por la sutileza con que rellena las pausas de mis pensamientos.
Por la destreza con que se pliega bajo mis párpados y se acomoda en los rincones de mi más resguardada independencia.
Intenté persuadirlo a que me abandone, pero duerme en mi cama, desayuna, come y cena conmigo, me abraza cuando más triste estoy y se carcajea cuando estoy feliz, se pasea por las mismas calles que recorro rodeandome con un tierno abrazo. Me enfrenta en las esquinas de mente en blanco y en la taza de café a medio consumir. Desviste mis soledades y enhebra mis pocas certezas.
Me confunde, me marea.
Me convida, me suplica, y espera que yo reconozca que puedo haberme enamorado.
Contra mi propia voluntad y con el riesgo implícito de asumir que acaso sean mi nueva y única excepción.
Uno no elige de quien enamorarse. simplemente SUCEDE.
Se revela como un hecho consumado. Una sentencia incuestionable que totalmente enamorada ACEPTO, sin tretas ni sobornos posibles.
Enamorarse es un milagro y a la vez un castigo.
Un destierro sin consentimiento.
Una condena atada a nuestro talón de Aquiles que nos obliga a dar pasitos cortos por el confuso camino de la ESPERANZA. Con nuestro AMOR A GRUPO anudado como un pañuelo y una ramita de ruda en el zapato, en un peregrinaje hacia ningún lado que no sea ESTAR JUNTOS.
Silenciosas plegarias se adueñan del descanso.
Pactos invisibles con el santo romance, promesas que distraen a los presentimientos.
Hechizos para que el corazón no nos sea esquivo.
Aprendí a subsistir con el pan de la ilusión y un manojo de razones sin razón.
Me llene de viento y de estrellas.
De guirnaldas.
De canción de cuna y príncipes sin espadas.
con cascabeles en los pies...
Con la necesidad abierta como una herida que no sangra pero reclama.
Un pedido de clemencia y justicia interior: "que esta vez se pinte eterno".
Y cruzar los dedos sobre la espalda para que se cumpla.
Porque si hay algo más difícil que el amor, es el desamor.
El desahuciado retorno de manos vacías y sed en la garganta.
Los eternos puntos suspensivos y la escena final sin rodarse nunca.
El desamor que es verdugo de la expectativa.
Un océano en el que nunca haremos pié.
Una tortura impiadosa que nos descose la piel y nos arrastra a los rincones privados de abrazos.
Hago la prueba.
Repito un rosario de razones para no quererlos, una y otra vez.
Las memorizo, las trituro, las desarmo y las vuelvo a armar.
Me esmero, juro que me esmero.
Me digo a menudo que son (im) prescindibles.
Pocas veces me lo creo jajaja!!!! Pues ya los tengo clavados hasta lo más profundo del tuetáno.
Si vieran el esfuerzo que pongo al intentar enhebrar un collar con sus defectos, la dedicación con que intervengo mi cerebro para que los piense un poco menos, el afán con que revuelvo las miradas ajenas esperando encontrar alguna que me conmueva.
Perdone su insolencia por intentar conquistarme.
e hice a un lado el hábito de pensar en singular.
Corrijo los encabezados de mis notas mentales porque ahora todo lleva sus nombres, sus salivas y sus humores...
Tacho. Recorto. Limito. Borro.
Y vuelvo a empezar.
Con este corazón amaestrado para los desencuentros, que más sabe de remiendos que de zapatillas de cristal...
De la eternidad y lo momenténeo...
Existe una etapa de la vida en la que uno no se detiene a pensar en lo breve que puede resultar el paso por este mundo. De niños, la historia la vamos midiendo en paquetes de caramelos, en vueltas de calesita, en galletas remojadas en un vaso de leche para la hora de la cena.
3 diría yo.
Uno abrazado al primer romance adolescente. Mezcla de idilio, inocencia, ojos abiertos y predispuestos al encanto de lo inconcluso.
El segundo, un enamoramiento duradero, ubicado en cada parte de mi memoria y de mi piel. Lo que debió ser, lo que pudo ser y lo que finalmente ES.
Y este... Un amor inusualmente racional y confiable que se volvió escandalosamente, imprescindible.
El resto, no habrá sido más que una caravana de intentos estancados en alguna curva del camino.
Fotografías de baja resolución decorando alguna etapa de mi vida. Nombres difusos, rasgos diluidos por el paso del tiempo, emociones hermosas que ya forman un pasado...
Pero este amor que me envuelve en mi madurez, me preocupa y mucho a la vez que me tranquiliza y me envuelve...
Me preocupa por impertinente y perdurable.
Por su facilidad para adherirse a mis horas.
Por la sutileza con que rellena las pausas de mis pensamientos.
Por la destreza con que se pliega bajo mis párpados y se acomoda en los rincones de mi más resguardada independencia.
Intenté persuadirlo a que me abandone, pero duerme en mi cama, desayuna, come y cena conmigo, me abraza cuando más triste estoy y se carcajea cuando estoy feliz, se pasea por las mismas calles que recorro rodeandome con un tierno abrazo. Me enfrenta en las esquinas de mente en blanco y en la taza de café a medio consumir. Desviste mis soledades y enhebra mis pocas certezas.
Me confunde, me marea.
Me convida, me suplica, y espera que yo reconozca que puedo haberme enamorado.
Contra mi propia voluntad y con el riesgo implícito de asumir que acaso sean mi nueva y única excepción.
Uno no elige de quien enamorarse. simplemente SUCEDE.
Se revela como un hecho consumado. Una sentencia incuestionable que totalmente enamorada ACEPTO, sin tretas ni sobornos posibles.
Enamorarse es un milagro y a la vez un castigo.
Un destierro sin consentimiento.
Una condena atada a nuestro talón de Aquiles que nos obliga a dar pasitos cortos por el confuso camino de la ESPERANZA. Con nuestro AMOR A GRUPO anudado como un pañuelo y una ramita de ruda en el zapato, en un peregrinaje hacia ningún lado que no sea ESTAR JUNTOS.
Silenciosas plegarias se adueñan del descanso.
Pactos invisibles con el santo romance, promesas que distraen a los presentimientos.
Hechizos para que el corazón no nos sea esquivo.
Aprendí a subsistir con el pan de la ilusión y un manojo de razones sin razón.
Me llene de viento y de estrellas.
De guirnaldas.
De canción de cuna y príncipes sin espadas.
con cascabeles en los pies...
Con la necesidad abierta como una herida que no sangra pero reclama.
Un pedido de clemencia y justicia interior: "que esta vez se pinte eterno".
Y cruzar los dedos sobre la espalda para que se cumpla.
Porque si hay algo más difícil que el amor, es el desamor.
El desahuciado retorno de manos vacías y sed en la garganta.
Los eternos puntos suspensivos y la escena final sin rodarse nunca.
El desamor que es verdugo de la expectativa.
Un océano en el que nunca haremos pié.
Una tortura impiadosa que nos descose la piel y nos arrastra a los rincones privados de abrazos.
Hago la prueba.
Repito un rosario de razones para no quererlos, una y otra vez.
Las memorizo, las trituro, las desarmo y las vuelvo a armar.
Me esmero, juro que me esmero.
Me digo a menudo que son (im) prescindibles.
Pocas veces me lo creo jajaja!!!! Pues ya los tengo clavados hasta lo más profundo del tuetáno.
Si vieran el esfuerzo que pongo al intentar enhebrar un collar con sus defectos, la dedicación con que intervengo mi cerebro para que los piense un poco menos, el afán con que revuelvo las miradas ajenas esperando encontrar alguna que me conmueva.
Perdone su insolencia por intentar conquistarme.
e hice a un lado el hábito de pensar en singular.
Corrijo los encabezados de mis notas mentales porque ahora todo lleva sus nombres, sus salivas y sus humores...
Tacho. Recorto. Limito. Borro.
Y vuelvo a empezar.
Con este corazón amaestrado para los desencuentros, que más sabe de remiendos que de zapatillas de cristal...
De la eternidad y lo momenténeo...
Existe una etapa de la vida en la que uno no se detiene a pensar en lo breve que puede resultar el paso por este mundo. De niños, la historia la vamos midiendo en paquetes de caramelos, en vueltas de calesita, en galletas remojadas en un vaso de leche para la hora de la cena.
De más grandes, en "vayamos a vivir juntos", "quiero que conozcas a mis amigos", ansiedad de nuevas citas (en la que combinan los zapatos con la lencería), y esos adioses sostenidos entre mocos y fallidos encuentros... El primer beso, la primera casa, el primer sueldo, las primeras vacaciones, nada tienen que ver con el slogan de que somos míseros mortales. La tarde en que me enamoré. La mañana en que aprobé la última materia. El ronroneo del gato. La boca llena de risa. Las amigas, los amigos, los amantes... La luna llena arbitrando entre la tierra y el mar. Una confirmación de que nadie va a morir nunca. Hasta que la muerte acontece y sacude nuestras arrogantes presunciones de inmortalidad juvenil. Los que se van, marcando el camino que iremos siguiendo, se convierten en dolorosos señuelos. Un laberinto enredado en la cabeza, fantasmas con apodos, preguntas sin respuesta.
El más allá y los que quedamos acá, extrañando, palpando la vida con manos prestadas para que no se nos escape, para que se prolongue, para ser menos cobardes, para...
Mi Dios,
tu Dios.
tu Dios.
Nuestro titubeante destino.
La fe.
La humana duda.
El dolor y el desconcierto.
La vida y su tic-tac golpeando en medio del pecho. La muerte y su abismo descolorido. El pasado,espejo que nos condena a su encuentro inesperado e incierto. El futuro,como una vaga sensación de agradecimiento .Y el presente como el único hecho concreto.
A estas barbaries literarias en las como hoy llegó a la conlcusión de ya no sentir temores si todo ha de terminar tarde o temprano espero que no sea tan de madrugada... que dure lo que tenga que durar que el dolor me ha mostrado que sigo aqui Viva!!!! y pese a todo con una felicidad producto de una hermosa relación con 8 brazos y 8 piernas... Que si como dice Antonio "Toda mujer tiene la vida amorosa que desea", entonces yo deseo fevorosamente continuar siendo amada en grupo... en muegano... que si hay tanto para amar supongo que es normal sentir miedo por tener tanto que perder... que prefiero llorar porque se puede perder que llorar por lo que nunca se tuvo... que a fin de cuentas creo que una de las pocas cosas que hago a la perfección es AMAR y SER AMADA...
A estas barbaries literarias en las como hoy llegó a la conlcusión de ya no sentir temores si todo ha de terminar tarde o temprano espero que no sea tan de madrugada... que dure lo que tenga que durar que el dolor me ha mostrado que sigo aqui Viva!!!! y pese a todo con una felicidad producto de una hermosa relación con 8 brazos y 8 piernas... Que si como dice Antonio "Toda mujer tiene la vida amorosa que desea", entonces yo deseo fevorosamente continuar siendo amada en grupo... en muegano... que si hay tanto para amar supongo que es normal sentir miedo por tener tanto que perder... que prefiero llorar porque se puede perder que llorar por lo que nunca se tuvo... que a fin de cuentas creo que una de las pocas cosas que hago a la perfección es AMAR y SER AMADA...
Porque al final siempre nos quedan las palabras... será que por eso escribo....
No hay comentarios:
Publicar un comentario