Ha sido un mes díficil, más finalmente y gracias al montón de médicos y supongome que a las multiples plegarias que salieron de esta Santa de nombre, afortunadamente los ultimos estudios mi niña salieron bien y ya esta fuera de peligro, perdió casi 4 kilos, esta pálida y ojerosa, más ahora al saberse bíen ha hecho que su apetito aumente obviamente tiene luz verde para comer un poco mas que lactobacilos disueltos en leche descremada, el martes por la tarde estabamos sentados platicando, de pronto se hizo el silencio, y mi niña hermosa dijo cuentenme un cuento yo iba a contarle "1 ojito, 2 ojitos", "3 ojitos, o "piel de asno", que eran lo cuentos que más me contaba mi mamá y que ella ya conoce de memoria pero le encanta escucharlos, no tuve tiempo ni de abrir la boca cuando mi señor marido comenzo a hablar sobre una historia que le conto un amigo y que después él leyo en algún lado... lo conto en primera persona lo cual hizo que más que un cuento parecia una anecdota, y nos explico que lo contaba asi porque lo unico extaordinario que le ha pasado es poder compartir su vida con nosotras...
Había oido hablar de él, pero nunca lo había visto. Pensaba que era como esas leyendas urbanas, donde alguien dice que le han dicho que un amigo de otro amigo ha visto o vivido algo, pero nunca es el protagonista el que cuenta el suceso. Y yo escuchaba con atención cuando me contaban cosas de él, pero siempre con incredulidad. Pero un día...Iba caminando de vuelta a casa, bajaba por la calle envuelto en mis pensamientos, con los audifonos puestos, para evitar cualquier contacto humano, cuando siento que me agarran del brazo, asustado me giro y ante mi veo a un hombre de unos cuarenta y tantos, con una camisa blanca y unos jeans viejos. Me sonrie. Me quito los audifonos y le saludo.
- Hola, dime..
- Hola. - Me contesta, y acerca a mi cara un botella de cristal vacía, la abre.- Podrías susurrar algo bonito dentro de la botella, estoy coleccionando frases bonitas.
En ese instante me doy cuenta de que todo lo que había escuchado era real, que aquel personaje al que todos tildaban de loco, existía de verdad, "el coleccionista de cosas extrañas" le llamaban algunos. Su sonrisa me pudo, e inclinandome sobre la botella susurre unas pocas palabras.
Él cerró la botella rápidamente, se la puso a la altura de los ojos, la zarandeó un poco, y volvió a sonreir.
- Gracias, ya tengo todo.
- Espera un momento, - le dije - ¿que tienes?
- ¿No lo ves?, susurros, bellos susurros de sueños y nostalgias, te ví y sabía que tú me darías uno. Y aquí esta junto a los que me dieron en la puerta del instituto una chica cabello chino, dos chicos, y una mujer con un bebe.
Me quedé mirándole, por un momento quise decirle que la botella estaba vacía, que no había nada dentro de ella, pero ¿quién era yo para romperle sus sueños?, quizás me vendría bien que me diera uno de ellos.
- Y dime, ¿que más cosas coleccionas?, es cierto ¿que tienes cosas que nadie guarda ya?
- Si, siiii, tengo un montón de cosas en mi casa,- parecía un chiquillo excitado - tengo un tarro lleno de besos, una jarrón cerrado para que no rebose de espuma de mar, si acerco el oido puedo oir las olas. Una caja de madera repleta de sueños, en otra botella de cristal tengo un montón de miradas enamoradas, por la noche cuando apago la luz se encienden e iluminan toda mi habitación...
- Pero, ¿ de donde coges esas cosas?
- Uy!!!, si te fijas hay un monton de sitios de donde cogerlas, las miradas enamoradas las tomo del metro, cuando se miran algunos viajeros que ni se conocen pero coinciden día a día, mes a mes, las tomo del parque del Retiro cuando el sol de otoño aún calienta y deja atrás el verano, del parque donde van los niños a jugar con sus padres y estos los miran para que no se hagan daño... de la estación de Atocha cuando el tren parte y se despiden, de allí cojo muchas cosas. Tengo una jarrita llena de lágrimas de despedida y otra cajita llena de sonrisas de felicidad, tengo una bolsita llena de ritmos de latidos, esa la llené cuando vi a una pareja que fugazmente quedaba en la esquina de una tienda en la estacion de tren, ella llegaba corriendo, él llevaba esperandola un rato, sólo tenían un instante para verse, y yo abría mi bolsa y recogia los latidos de sus corazones, al principio los de él eran rápidos, latidos de espera, y los de ella llegaban cargado de prisas, luego como si existiera un hechizo entre los dos, mientras se besaban, los latidos se acompasaban en uno, mi bolsa se iba llenando de ellos, hasta que ella tenía que salir corriendo de nuevo, él se quedaba mirandola con una sonrisa de felicidad, a él tambien le he cogido para mi colección unas cuantas, y creo que guardé una o dos lágrimas suyas. Pero no sólo colecciono esas cosas, tengo más, tengo un cajón lleno de hojas de otoño, rojas y doradas, que cuando llega la primavera se visten de verde, guardo gotas de lluvia de los días que hay arco iris, por que cuando las pongo al sol reflejan en mi pared todos los colores. También tengo guardado bajo llave en un armario, en cajas de zapatos recuerdos, hay recuerdos inolvidables que cuando me siento triste los veo una y otra vez, en otra cajita guardo aquellos recuerdos dolorosos, pero esa caja no la abro, sólo la tengo para acordarme que también existen. Y luego una de las cosas que más me gusta es el último cajon de mi cómoda, lo tengo lleno de arena de playa. saco el cajón y esparzo la arena en el suelo suelto un poco de espuma de mar de la jarrita y suelo hacer algún castillo de arena como cuando era niño, luego cojo una pala y vuelvo a guardar la arena en el cajón. Tengo entre mis libros fotos amarillas de un viaje precioso, a veces cuelgo las fotos de la pared, le pongo música y si cierro los ojos estoy allí otra vez.
Estaba mirándole perplejo, no sabia que pensar, si en realidad era un loco, o era la persona más cuerda que había visto en mi vida, me dejé llevar y le dije:
- Si me esperas aqui un momento tengo algo para tu colección.
- ¿Para mi colección? ¿Estas seguro?
- Si, si, espérame un momento. Corrí hasta casa, solté la mochila, y metí en una bolsa lo que quería darle. Volví. Desde lejos le ví, estaba hablando con un viejito, cuando me acerqué me enseñó su bolsillo.
- Mira, mira lo que tengo del ancianito.
-A ver...
- ¿Lo ves? Son gramos de dulzura y de ternura, de paciencia y de experiencia. pero dime ¿que me traes?
- Bueno, no sé si esto llegará a la altura de todo lo que tu coleccionas, pero te traigo un frasquito, es mi "frasquito de palabras", está lleno a rebosar, y puedes abrirla y desparramarlas por el suelo, con ellas puedes viajar, puedes sentirte un guerrero en busca de tu princesa, o ser un astronauta en una postal de navidad, puedes ... puedes soñar, ¡¡¡ sí, eso soñar !!!Se quedó un momento mirándome, por un instante pensé que me iba a llamar loco, pero se abalanzó sobre mi, y me abrazó,
- Gracias, gracias, es de los mejores regalos que me han hecho en mi vida, no se como agradecertelo...
- Ya lo has hecho, contándome las cosas que coleccionas, me has hecho sentir Le dí el frasquito, él la tomo y la guardó en la bolsa con todo lo que llevaba, de nuevo me dió las gracias y sonrió.
- Me voy, tengo que ir a casa a dejar todo esto, y colocarlo.
- Si, llévalo con cuidado ¿vale? y espero volver a verte.
- Seguro que sí, muchas gracias de nuevo. Adios, hasta pronto.
No le volvía ver más, cuando conté lo que me había pasado, mis amigos me tomaron por loco, pero yo estaba seguro de que era real. Unos meses más tarde me encontré con aquel viejito que había estado charlando con él, le pregunté por el chico, su cara se entristeció.
- Dicen que una mañana le encontraron muerto en su habitación, sobre el suelo había un enorme castillo de arena, todo ello decorado con palabras, de la pared colgaban fotos viejas, y un gran arco iris cruzaba la habitación, me dijerón que había un monton de cajas, botellas y jarras abiertas, pero lo más extraño de todo, era que sus ropas estaban empapadas con agua de mar, y que sonreía, sonreía como un niño.
-Quizás es que siempre fué un niño, pero yo no creo que haya muerto, seguro que sigue escondido en alguna esquina del parque, o de la estación del tren con sus bolsas y sus botellas a la espera de guardar algo más para su colección.
Por mi rostro una lágrima caía, la atrapé entre mis dedos.
- ¿Yo? yo creo como usted, que en algún lugar sigue vivo, recogiendo todas esas cosas que nosotros soñamos. Y saqué del bolsillo una botellita de cristal, metí aquella lágrima y volví a casa.
Sobre las aceras de Madrid, el sonido del mar rompía contra el asfalto.
Cuando termino su cuento nosotras teniamos el rostro empapado en lágrimas, mi niña quizo guardar su llanto pero mi adorado esposo le dijo que no ibamos a guardar lagrimas, que ya habíamos llorado mucho, mi niña se levanto cogio una bolsa de papel de la que previamente saco el pan guardo su mejor sonrisa y sus hermosas palabras de amor, nos hizo secarnos las lagrimas y reirnos en la bolsa, despues cogio un pedazo de estambre de colores y la cerro con un moño para que no se escaparan nuestras sonrisas, yo no podia parar de llorar la historia me había conmovido muchisimo, me recordo a mi papá cuando hacia torpes intentos por igualar a mi mamá a la hora de contar historias, nos abrazo y nos preparo un rico thé manzana con canela y nos dijo lo mucho que nos ama. Y pegamos la bolsa en el mural donde estan todas las cartas y dibujos que mi niña nos ha dado y en donde decidimos que guardaremos todos los recuerdos bellos, las alegrias y el monton de carcajadas que la vida nos de....
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